Quien diría que un general carlista daría nombre a la tercera zona de marcha que vamos a recordar con nostalgia…. Zumalacárregui o para los amigos, Zuma.
BARES MÍTICOS DE LOS 80 Y 90, LA ZONA DE ZUMA.
Cuando la zona del Rollo empezó a decaer y perder glamour (los que vivieron esa época ya saben a lo que me refiero), hubo que buscar otra alternativa y emigrar a otra zona. Pues bien simplemente con cruzar la Avenida de Goya, allí estaba, delante de nosotros, silenciosa durante algún tiempo, una zona un poco extraña y en la que te podían ofrecer de todo menos agua mineral. Tomó mucho auge en los 90 con un ambientazo y unos bares, que por supuesto también fueron míticos.
Llegando desde Goya y entrando por Arzobispo Domenech ahí la teníamos, Zumalacárregui en todo su esplendor. El primer y gran bar con el nos topamos es el FERGUS, para mí uno de los mejores, cuando entrabas bajabas por unas escaleras y lo primero que veías era su lema pintado en la pared ‘sabía que volverías Fergus…’ (que grande!!). Al bajar sus escaleras y en una gran pared a la derecha un gran mural de monjitas entre nubes haciendo una gran variedad de actividades, sí la que estáis pensando también. Tenía una gran barra como medio rectángulo donde la gente practicaba todas sus poses de pavo real y al fondo un futbolín y un billar. El ambiente era espectacular, la música era bastante variada dependiendo de la hora, desde rock, pop español o makineta, incluso llegué a ver un mini concierto de un grupo que empezaba llamado Los Héroes del Silencio. Otro momento estelar cinco minutos antes de cerrar el garito era cuando ponían la canción de Pedro Navaja, eso significaba que había que apurar el cubata o la birra y a la calle.
De visita obligada en la zona era el Desgüaces, mucha marcha, buen ambiente y música ensordecedora, siempre a tope, aunque el grupo que más sonaba era Los Héroes del Silencio. Estaba decorado con grandes cubos de chatarra de coches, de ahí su nombre, que hacían las veces de improvisadas mesas para dejar las bebidas o los abrigos en invierno (gran tema el de los abrigos en los garitos), la iluminación no era ni muy oscura ni muy luminosa, una mezcla un poco extraña. Era uno de los sitios de obligada visita si ibas por Zuma.
Otro gran garito aunque muy pequeño de tamaño era el Candao, cabían como 25 personas cuando estaba lleno, una de sus consumiciones más pedidas era el submarino, que para los que no sepan lo que es, consistía en una jarra de cerveza grande con un chupito de licor dentro, el chupito podía ser de lo que más te gustara, whisky, licores variados como de manzana, melocotón, mora (otra de las cosas olvidadas en el tiempo…), vodka y así hasta el inventario de bebidas espirituosas. Al igual que el fergus tenía una canción como buque insignia, que cuando la ponían nos daba el subidón, era la Cigala de los Combays, grupo de Zaragoza. Luego pasó a ser el Metro. En fin…
Enfrente justo del Candao estaba el Sol, bar más tranquilo, en plan cafetería, pero que cuando entrabas engañaba, buena música, buenas copas y unos quemadillos de ron que quitaban el hipo. Como ya he dicho era más en plan cafetería con sillas y mesas que incitaba a sentarse si te apetecía y disfrutar un poco más tranquilo hablando con la peña.
Otro bar donde escuchar buena música era el Terminal, aunque Celtas Cortos era el grupo que más ponían, también sonaba Dire Straits y Leño (aunque alguna vez entraba en bucle), al final de sus días acabó siendo muy pachanguero. Bar muy largo y oscuro con la barra a la izquierda según entrabas, en donde se bebía cerveza, que por lo general y curiosamente en casi todos los bares de Zuma era la 1664 de Kronenbourg. Era ese tipo de bares que siempre estaba lleno y para llegar al fondo, entre empujones y codazos tardabas una eternidad pero merecía la pena (era parte del juego).
Si querías escuchar otro tipo de música como hip hop, reggae, alternativa, había que ir a la Estación o al Batikano, garitos que tenían sus fieles parroquianos y que nunca fallaban a su cita del fin de semana.
No era un garito precisamente, pero cuando apretaba el hambre un bocadillo de lomo con pimientos o bacon con queso en el Alcázar sentaba de maravilla y te preparaba para poder seguir sin flaquear toda la noche dándolo todo. Y cuando todos cerraban, subías por sus famosas escaleras de hierro para cruzar la Avenida de Goya y comerte un perrito caliente en un puestecito ambulante en las tapias del instituto Goya, todo un manjar a esas horas.
En fin… otra zona de Zaragoza que desapareció en donde muchos hemos pasado muy buenos momentos y hemos conocido a mucha gente y dónde sobre todo encontramos grandes bares míticos de nuestra ciudad.