Si eres de los que creen que nadie te dice la verdad, pésate. Comprobarás que, al menos, la báscula no miente. Y, seguidamente, pensarás que ha sido cruel contigo y que no te habría importado que te hubiese engañado. Total, por una mentira más… Hace dos días decidí pesarme para ver si tenían razón aquellos que me reconocieron -incluso llevando mascarilla- en mi primera salida a la calle vistiendo una ligera camisa. Resultado: 3 kilos de más… comiendo menos, ¡toma ya! El sedentarismo es el culpable, porque otra cosa que me está haciendo perder esta situación, además de la alegría, es el apetito. Con ropa de invierno pasa uno más desapercibido pero, al llegar el calor y usar ropa más liviana, toca caminar erguido metiendo tripa. Llevo día y medio comiendo algo menos y haciendo gimnasia de confinamiento y quiero convencerme de que ya he perdido un kilo pero, de momento, no me peso por si acaso. En estos tiempos oscuros los mentirosos me desesperan y los que dicen la verdad, como mi báscula, me deprimen. Como decía la canción, no sé ni lo que quiero, será que tengo alma de bolero. Un abrazo y, buena suerte.
Autor: Rafael Castillejo