La imponente Torre del Agua, con sus 76 metros de altura, se erige como un hito arquitectónico en Zaragoza, diseñada por el talentoso arquitecto Enrique de Teresa con la inspiración simbólica de una gota de agua. Su construcción descansa sobre una gran losa de hormigón que parece flotar grácilmente sobre el meandro de Ranillas, proporcionando una base sólida para esta estructura singular.
La Torre del Agua
El edificio presenta un diseño que combina elementos funcionales y estéticos. En su base, un zócalo de tres plantas alberga espacios enterrados y sobre la rasante, incluida la Planta Baja destinada a exposiciones. Desde este punto, la torre se eleva majestuosamente con 23 plantas, culminando en un mirador que ofrece vistas panorámicas impresionantes de la ciudad y su entorno.
En el interior de la Torre del Agua, se encuentra un vasto espacio diáfano, una torre hueca que alberga una rampa en espiral que serpentea a lo largo de su pared interior, brindando una experiencia única al ascender por ella.
El centro de atención dentro de esta torre es la escultura «Splash», compuesta por 135 piezas suspendidas del techo por cables de acero. Esta obra de arte simboliza la descomposición de una gota de agua al impactar una superficie, fusionando arte y ingeniería en un solo espacio.
En el exterior, la Torre del Agua está envuelta en una malla acristalada transparente, junto con perfiles de acero laminado y chapa lacada en blanco, lo que le confiere luminosidad durante el día y crea una silueta que evoca la presencia de un faro gigante durante las noches.
A pesar de ser admirada por su diseño innovador y significado simbólico, la Torre del Agua ha sido objeto de debate en la ciudad debido a su falta de uso posterior a la Exposición del Agua de 2008, lo que ha planteado interrogantes sobre su futuro y función en el entorno urbano de Zaragoza.