La noticia de una nueva actuación en el centro de Zaragoza sorprendía a todos. El ayuntamiento de Zaragoza anunciaba que iba a impulsar la creación de una nueva plaza en el corazón de la ciudad; un rincón de unos 500 metros cuadrados que actualmente se utiliza como terrazas de hostelería. La intervención se centrará en la zona situada entre la calle Libertad y la confluencia con las calles Cinegio y Ossau; y supondrá la configuración definitiva de la calle Estébanes, una de las arterias más conocidas de El Tubo. Pero, ¿cómo han recibido esta decisión del consistorio los propietarios de los solares? ¿Cuál es la opinión de los regentes de los establecimientos? ¿Los vecinos están de acuerdo? Muchos de los afectados han mostrado su descontento. Sigue leyendo y conoce sus respuestas.
El origen de los terrenos
Estas parcelas sin construir en pleno centro de la metrópoli son consecuencia de un antiguo proyecto que pretendía alargar el paseo de la Independencia hasta la plaza del Pilar pero que nunca se llegó a ejecutar en su totalidad. Pero este plan sí que se llevó por delante, en los 60, las viviendas que ocupaban este lugar, las cuales estaban habitadas y eran parte del patrimonio arquitectónico de la urbe. «Los desahuciaron el día de Navidad y derrumbaron un palacio renacentista que albergaba en su interior siglos de historia», indica Miguel Fermín, un vecino de esta vía que a sus 71 años ha vivido cómo este espacio se ha ido trasformando a lo largo de los años. Lamenta que esa acción fuera en vano pues «solo dejó solares de escombros, sociedad, desastre y decadencia; y, para más inri, se construyó una casa en la esquina del terreno que impide ver la torre de la iglesia».
Con el paso del tiempo, diferentes propietarios fueron comprando las parcelas, pero no se realizó ninguna construcción sobre ellas. En el 2007, se organiza una instalación artística en este lugar, una idea conjunta del Ayuntamiento, el colegio de arquitectos y los titulares de los terrenos. Esto sirve para limpiar y revitalizar esta superficie. Tras la celebración de este ciclo cultural, los bares colindantes alquilaron este espacio a los dueños de los terrenos; y en 2010, el concejo pasa a ser así el arrendatario de la propiedad ya que se realiza un reparcelamiento.
A los hosteleros les pilla «por sorpresa»
«Si me quitan una parte de la terraza, igual tengo que dejar el bar, y si se ponen a hacer obras, tendré que cerrar; eso supone unos 9 puestos de trabajo», lastima Pedro de Casa Buisan, al mismo tiempo que apunta que no entiende las razones que ha aportado la autoridad pertinente: «Dicen que los muros se van a caer y nosotros tenemos informes de arquitectos que muestran que lo contrario.» «Otra excusa es que así se podrá ver la iglesia, algo que no tiene sentido; si quieres ganar perspectiva, lo que hay que hacer es retranquear el muro del otro lado de la calle y eso no lo van hacer», denuncia este afectado.
Los empresarios hosteleros eran conocedores de que el Ayuntamiento quería realizar una actuación en la zona que incluía la ampliación de la calle y la realización de una plaza que abarcaría las actuales terrazas de Casa Buisan, Bodegas Almau, La Casa de las Migas y El Jardín del Plata, pero no había recibido noticia alguna de este plan desde más de hace 10 años. «No nos comunicaron nada, nos enteramos por la prensa», apunta Miguel Ángel, de Bodegas Almau, que no comprende por qué el actual proyecto solo incluye los terrenos que actualmente ocupan su establecimiento, La Casa de las Migas y Casa Buisan: «Es una mini plaza, nos pilló por sorpresa y nos hizo preguntarnos por los intereses que hay por hacer esta parte y no todo».
Los vecinos avecinan tormenta
Miguel Ángel es también vecino de esta calle y habla en nombre de las comunidades que rodean al espacio al decir que están en contra: «Ya sufrimos con los ruidos de la actual discoteca y con esto sería como crear un patio de recreo, nos preocupa que se convierta en una plaza pública con botellones e inseguridad». Insiste en la importancia que tiene este «vergel urbano» para la salud de la ciudad y el turismo: «Una plaza se puede hacer un cualquier barrio pero en el casco histórico no encuentras un lugar igual pues esta zona verde, llena de árboles, ha generado cultura durante todos estos años y ha dado singularidad a Zaragoza a nivel internacional».
El proyecto de una nueva plaza
La propuesta que recientemente anunciaba el Ayuntamiento plantea ampliar el ancho de la calle y crear una plaza en su tramo central. “Se va a crear una nueva plaza abierta que va a contribuir a una transformación de regeneración urbana. Tras más de 10 años paralizado, sacamos el expediente para ampliar el ancho de calle y crear una plaza que permitirá el esponjamiento de la vía”, argumenta Víctor Serrano, consejero de Urbanismo del consistorio zaragozano, que señala que también “contribuirá a una mejora sustancial en la puesta en valor del patrimonio cultural, pues forma parte del entorno del Bien de Interés Cultural de la Iglesia de San Gil, lo que contribuirá a la regeneración de ese espacio y a la disposición de este BIC y su mejora visual” .
“La ejecución por el ayuntamiento de la urbanización supone un coste de unos 130.000 euros que posteriormente se repercutirán sobre los propietarios del ámbito que son, en definitiva, quienes deben soportarlo aunque no hayan mostrado interés en impulsar el desarrollo en los últimos diez años”, declara Serrano. El Proyecto de Urbanización todavía no ha sido aprobado puesto que se encuentra en proceso de redacción pero se estima que las obras podrían comenzar a finales de este ejercicio 2021.