Dejar la casa familiar y buscar un nuevo hogar siempre es un reto para los más jóvenes. Por ello, hemos querido saber la opinión de aquellas personas que se encuentran en esta situación para que nos cuenten cuáles son los principales impedimentos a los que se enfrentan. En otras palabras, qué es lo que les retiene en casa de sus padres y no les deja celebrar la ansiada emancipación juvenil. ¿La precariedad laboral dificulta tener una estabilidad? ¿Los altos precios de los alquileres les frena poder acceder a una vivienda digna? ¿Las casas que hay en el mercado no cumplen las expectativas? Resolvemos estas cuestiones. Sigue leyendo y conoce las respuestas de los millennials y centennials zaragozanos.
Emancipación juvenil: misión imposible
«Llevo trabajando desde los 18, ahora tengo 26 y hasta hace un año no tuve los suficientes ingresos mensuales como para plantearme buscar un piso en el que pudiera vivir solo», confiesa José Manuel y, al mismo tiempo, recrimina que «los precios de los alquileres son muy altos y los sueldos muy bajos». Denuncia esta situación ya que, además, muchos de los requisitos de los arrendatarios es demostrar solvencia económica y un trabajo estable. Dos condiciones que muy pocos jóvenes cumplen y les inmoviliza entre las paredes de la residencia de sus progenitores. «Además, en Zaragoza, los costes han subido muchísimo en los últimos años; lo que provoca que encontrar un buen piso a un buen precio sea una auténtica misión imposible», lamenta.
Los testimonios de los «afortunados»
Paula, de 28 años, se independizó hace 2 años, en plena pandemia: «Después del confinamiento, decidí que quería vivir sola». Tras una ardua búsqueda, encontró un piso que se adecuaba a lo que ella podía pagar. Era un antiguo trastero acondicionado como un estudio. «Al principio, cambias el adjetivo insultantemente pequeño por acogedor; pero, con el tiempo y la añoranza de ventanas al exterior, te das cuenta que vivir en un espacio tan reducido se torna en algo complicado y molesto», apunta con sarcasmo. Ahora, se ha mudado a otro piso en el que «goza de ciertos lujos» por un precio más alto: «Esta etapa me ha servido para valorar elementos como el lavavajillas, el ascensor y la calefacción; no son imprescindibles pero te hacen la vida mucho más fácil».
Otro de los casos de éxito lo protagoniza Rodrigo, que presume de habitar en su propia casa. «Con 24 di el paso y me fui a vivir a casa de mis abuelos porque estaba vacía», explica. Se define como un «afortunado»: «Sé que esto es un caso excepcional; he tenido la suerte de que mi familia me ha ayudado y me ha ofrecido este apartamento». Ante la pregunta de si preferiría residir en otro espacio, anota que en está cómodo con su situación actual, pero que, cuando tenga dinero ahorrado lo invertiría en una reforma: «Esto está muy bien y estoy contento, pero tampoco tenía muchas más elecciones; poco a poco iré adaptándolo a mi gusto».
Y los jóvenes, ¿piensan en comprar?
¿Los jóvenes se plantean el alquiler como única opción o también consideran la adquisición de una vivienda? Teresa desvela que sus intenciones son comprar. «Estoy esperando el momento para encontrar la oportunidad perfecta; pero sí que es cierto que para poder ahorrar la cantidad suficiente para entregar una señal no me he movido de la casa de mis padres». Y es que esta chica de de 29 años anhela el momento de, como ella dice, «abandonar el nido y dejar de molestar a Papá y Mamá». Además, indica que ella en sus grupos de amigas (son ocho) solo dos se plantean esta posibilidad de compra, el resto vive de alquiler y alguna en el hogar familiar «sin intención de moverse».
Soluciones a los problemas con la emancipación juvenil
El consistorio regentado por el equipo de Gobierno PP y Cs ha comunicado su intención de construir 569 viviendas de alquiler asequible para jóvenes en los barrios consolidados bajo la fórmula de la cesión del derecho de superficie a operadores privados. Estos proyectos se han presentado ya a la convocatoria de fondos europeos Next Generation, solicitando una ayuda de 20,8 millones de euros de una inversión total superior a los 52 millones de euros.
La oposición ve este proyecto inviable. Señala que los criterios de población que se aplican a estos fondos reducen la cantidad a una inferior a la que solicitan: «Zaragoza solo puede optar a 7 de esos 21 millones». «El Ayuntamiento no debe ser quién promueva la vivienda porque eso implica unos costes de 60.000 euros aproximadamente por cada uno de éstas», declaran. Proponen una solución «realista» con fórmulas que está aplicando el Gobierno de Aragón con sistemas concesionales o con el 10% de los aprovechamientos urbanísticos de las nuevas zonas urbanizables que cada constructor debe abonar en caja o en especia.
Además, afirman que «si existiera más oferta pública con precios menores a los que encontramos actualmente servirían para regular el mercado libre y repercutiría en la bajada de los alquileres y las cifras de compra de pisos». Y recuerdan que de las 136 viviendas que el Ayuntamiento de Zaragoza anunció que incoporaría a su parque de vivienda municipal en 2022 (36 en La Jota, 80 en Las Fuentes, y 20 en el entorno Zamoray-Pignatelli) son fruto de proyectos de gobiernos anteriores; en concreto, de ZEC.
Adiós Zaragoza
Algunos jóvenes sugieren decisiones drásticas. Adriana y Jorge, de 30 y 29 años respectivamente, se preguntan por qué el consistorio no pone una solución a este problema de emancipación juvenil: «Encontrar un piso en el centro lo vemos como algo inviable, pero es que en los barrios más alejados también están subiendo los precios como la espuma». Ante esta situación, esta pareja se plantea dejar la capital aragonesa para residir en pequeñas localidades cercanas a ésta y desplazarse todos los días hasta la ciudad para trabajar: «Parece mucho más costoso estar yendo y viniendo, pero resulta que lo vemos mucho más factible».