La capital aragonesa inició tras la finalización de la Expo un gran desarrollo en infraestructuras económicas y culturales . La urbe creció en población, en relevancia internacional y en músculo cultural, naciendo nuevas ofertas museísticas y creativas. Si bien es cierto que los proyectos de más impacto fueron el IAACC Pablo Serrano, los renovados museo Pablo Gargallo y Museo Goya, o el Acuario, la vibrante pulsión cultural zaragozana necesitaba de un espacio más revolucionario: Las Armas.
Un lugar que aunara cultura y emprendimiento, que captara talento y fuera punto de encuentro, renovando el tejido urbano más histórico. Emanado del proyecto Zaragoza Activa, sito en la antigua azucarera del Arrabal, la segunda pata de la iniciativa tenía su destino en el vetusto barrio de San Pablo, el popular Gancho. Durante años fue dirección imprescindible para vecinos y turistas. Hoy perece por la falta de inversión, el abandono y la escasa seguridad. El futuro no es halagüeño, pero existen ideas que pueden catapultar de nuevo tras la pandemia este universo tan particular.
Cultura, creatividad y éxito social
Las Armas basó desde el principio sus aspiraciones en crear sinergias entre emprendedores, residentes y ciudadanos diversos. La mezcla, la tolerancia y el apoyo social como objetivos. Aunque también aportar algo diferente, entender la cultura como prisma colaborativo y alternativo, huyendo de las industrias culturales habituales.
Pese a que en un principio nacieron gracias a Zaragoza Emprende, pronto se integraron en el magma distintivo de Zaragoza Activa. Un ambiente propicio para que brotara un concepto hilo conductor: la economía creativa. De ahí partieron los seminarios y actividades centrados en reunir y generar proyectos empresariales diferenciados.
Pero esa energía no sólo podía atravesar el negocio social. Por ello se rehabilitó el área, entre las calles Casta Álvarez y San Blas, creando una plaza peatonal y ajardinada. Y con ello incorporar propuestas ambiciosas para fijar población y atraer a personas muy diversas, una macedonia multicultural. Los mercadillos, las tiendas y talleres, la oferta hostelera, las viviendas, los eventos musicales así como proyectos más especializados como el laboratorio Hacking Urban Space completaron la apuesta, logrando un éxito rápido que contagió a toda la ciudad.
Un abandono decepcionante
Dicen que todo tiene un final, pero si un proyecto goza de una aprobación creciente por parte de la ciudadanía, no tendría por qué fracasar. Las Armas sigue existiendo, es más se organizan conciertos y todavía quedan algunos locales, pero el día a día es desolador.
Comercios cerrados, sin mercadillos, pintadas, botellones, okupación, solares abandonados, robos y desinterés administrativo por parte del Ayuntamiento de Zaragoza son diferentes realidades que retratan acertadamente la situación actual. «El consistorio se ha olvidado por completo de esto», apunta Manuel, que vive al lado de este espacio. Tanto los vecinos como los comerciantes denuncian dejadez y aseguran que desde que surgió el Covid-19 nada ha vuelto a ser igual.
«La situación ha ido empeorando bastante. La pandemia ha sido la rematadera. Hace un par de años la plaza daba vida, sobre todo con los establecimientos hosteleros y los artistas, pero se ha dejado de incentivar y ahora hay bastantes conflictos», afirman desde la Librería El Baúl de las Melquiades, un establecimiento de la zona. Añaden además que «el futuro pasa porque, sobre todo, vuelvan los mercadillos para revitalizar y encandilar a los zaragozanos». No es el único caso, pues existe un clamor entre los diferentes propietarios comerciales, hastiados y desilusionados. Tienen ganas de seguir, pero cada vez están más cansados del paulatino declive de un brillante ecosistema, similar a los existentes en el extranjero.
La oportunidad que necesita Zaragoza
Desde hace meses, distintas asociaciones y agrupaciones del barrio buscan lograr una solución para recuperar esta zona con tantas posibilidades. Se han concentrado y manifestado, además de ponerse en contacto con el ayuntamiento para presionar e intentar cambiar una situación insostenible.
La actual corporación municipal acaba de aprobar un plan para el área de Pignatelli-Zamoray, la parte sur del barrio, que contribuirá a fomentar la movilidad ciudadana, mejorar los servicios públicos y a ser un punto de referencia turística. Se espera que el éxito de la intervención favorezca a Las Armas, sin embargo el objetivo de los colectivos vecinales es que se actúe en todo el Gancho.
Lanuza-Casco Histórico, una de las asociaciones con más fuerza, reivindica los lazos participativos, la reforma de calles, como la de Predicadores que ha sido recientemente iniciada, así como la recuperación del Centro Social Comunitario Luis Buñuel. Asimismo, Afectados por el Gancho imaginan un futuro prometedor gracias a la rehabilitación, a la construcción de viviendas de alquiler en solares, el impulso de artistas locales y la renovación general de edificios, calles y equipamientos. Una inversión a largo plazo que recupere la esencia del área, impida su muerte definitiva, y sea símbolo de la Zaragoza más singular.