Que el barrio del Arrabal tiene solera es algo que todos los habitantes de este pedacito de la margen izquierda saben, pero… ¿y en el otro lado?
Los más mayores del lugar siguen diciendo que van a Zaragoza cada vez que cruzan el Puente de Piedra, esto nos da una idea de algo que los habitantes del Arrabal siempre han sabido, se ha tendido a vivir a espaldas del Ebro. Pero este hecho ha creado un sentimiento de pertenencia y una identidad de barrio que pocos vecindarios tienen en Zaragoza. Como si fuera la aldea gala del Casco Histórico de la ciudad (sí, el Arrabal junto al barrio Jesús y el Casco Viejo forman el Casco Histórico de Zaragoza), el Arrabal vive entre la tradición de su historia y la innovación de nuestros días.
Hoy os queremos enseñar más sobre este barrio zaragozano tan particular, sobre sus gentes, su historia y todo lo que os puede ofrecer. ¡Nos vamos al Arrabal!
EL ARRABAL: UN BARRIO LLENO DE HISTORIA
Los primeros vestigios de habitantes en este barrio datan de la Edad de Bronce pero no se considera núcleo urbano hasta la llegada de los romanos. El Arrabal fue algo así como una especie de “Marina D’Or” para los patricios de Caesaraugusta. Es aquí donde tenían sus villas de recreo las familias más importantes de la ciudad junto a sus recintos funerarios y sus templos privados. Además de grandes masas de terreno agrícola que abastecía a la Zaragoza romana. Vamos, su ciudad de vacaciones. Además, en lo que ahora es la calle Sobrarbe, enfrente del puente de piedra, se encontraba la calzada romana que unía Caesaraugusta con Osca (Huesca) siendo la única entrada a la ciudad por el norte.
El Arrabal toma importancia con la llegada de los musulmanes a Zaragoza y es en esta época cuando toma su nombre. Arrabal deriva de la palabra árabe “Arbad” o aquellos barrios que se encontraban fuera de la ciudad amurallada. El “Arbad” de Altabás o de curtidores se encontraba en el casco antiguo del barrio, entorno a la calle El Horno y la plaza Villacampa, y como su propio nombre indica, era un barrio de mercaderes y artesanos de la piel.
Aunque la margen derecha de la ciudad ha vivido casi de espaldas a nuestro río para el Arrabal es una pieza clave en su historia. Como si fueran los guardianes de sus puertas, a los vecinos y vecinas del Arrabal, a lo largo de su historia, les ha tocado defender el puente de Piedra y la entrada de Zaragoza muchas veces. La importancia estratégica de este lugar ya la conocían reyes aragoneses como Alfonso I el Batallador que decidió instalar aquí uno de sus campamentos militares para la toma de Zaragoza en 1.118. En esa época el puente de Piedra estaba custodiado por los Mercedarios del convento de San Lázaro, del que quedan algunos vestigios. La importancia de ese puente era tal que se le ordenó señor de algunas villas aragonesas, como la de Longares. Sí el jefe de Longares era el puente de Piedra… no sabemos quién disfrutaría de la casa señorial del pueblo… Podéis encontrar más restos medievales en las casas góticas del casco antiguo de este barrio.
Vamos a saltar un poco en la historia hasta 1808. Aquí vamos a encontrar al habitante más emblemático y querido del barrio: Jorge Ibort.
Igual así, por nombre y apellido, no os suena ya que para los arrabaleros y, posteriormente, para toda la ciudad es el mítico Tío Jorge. A algunos os sonará el parque que lleva su nombre, pero quizás desconocéis su historia y os la queremos contar. La historia a veces no es justa con quienes la forman y este es un caso flagrante. Fue Jorge Ibort quien tuvo que ir a buscar a Pignatelli a la casa de campo de su familia ya que no tenía claro querer liderar el ejército de la ciudad contra los franceses. Ibort y unos cuantos labradores arrabaleros no se lo pensaron dos veces y fueron a “persuadirle” para que tomara las riendas de la contienda. Por esta razón el Tío Jorge y sus hombres fueron nombrados su guardia particular además de ser los defensores de la ciudad por el norte. En esa época se decía que Zaragoza no caería hasta que el Arrabal lo hiciera… y así pasó. En honor a estos valerosos vecinos hay un pilón en la margen izquierda del Puente de Piedra que cuenta su historia.
MERECE LA PENA PERDERSE EN SUS CALLES…
Sabemos que este barrio tiene una historia interminable y que esta la cuentan sus calles. Por eso os vamos a aconsejar dos rutas por el Arrabal. Si queréis conocer su esencia os recomendamos que paseéis por las calles del “Arrabal antiguo” y si es de la mano de sus vecinos mejor ya que es el único barrio de Aragón que cuenta con su propia guía turística y los miembros de la asociación de vecinos del Arrabal os harán una visita guiada magnífica. Si tu visita coincide con las fiestas del barrio (principios de mayo) podréis disfrutar de esta visita mientras es amenizada por sus gentes reconstruyendo la vida típica del barrio a lo largo del tiempo.
Otra visita a este barrio que merece la pena es a través de sus edificios industriales. La revolución industrial supuso un gran impulso en esta zona, a la que se llevo el ferrocarril a través de los Caminos del Norte y la construcción de la Estación del Norte, conectando el barrio y la ciudad con el norte de España. Una gran cantidad de industria se asentó en el Arrabal en el siglo XIX y eso queda reflejado en el carácter de muchos edificios. Si sois amantes de la arquitectura industrial y modernista os recomendamos La Azucarera (Zaragoza Activa), Galletas Patria, Maquinista y Fundiciones del Ebro o Casa Solans. Estos edificios constituyen uno de los mayores paisajes de arqueología industrial incipiente de Zaragoza.
También encontraréis una gran oferta gastronómica a este lado del río. A lo largo de sus dos principales vías (calle Sobrarbe y Avenida Cataluña) encontraréis una gran cantidad de restaurantes y bares de tapas. Además, si queréis disfrutar de un gran día en el parque, de marzo a noviembre el quiosco “El Jardín de Jorge” es la opción ideal.
¡Os esperamos en el Arrabal!