Todo zaragozano que peine canas sabe bien que la capital aragonesa ha sido una vibrante urbe musical. Los 80 dejaron huella y con ellos surgieron todo tipo de artistas diversos que han moldeado la personalidad de Zaragoza. Hoy son otros los que recogen su legado. 42 gramos, grupo formado por Lady Ambar y Juanín Fernández, maños muy maños, representan bien una ciudad que sigue rezumando creatividad.
Ella paya, él gitano, llevan ya dos años de bolo en bolo demostrando que no hay cultura ni etnia que se interponga cuando la música corre por las venas. En nuestra sección Gente con Maña entrevistamos a 42 gramos.
¿Por qué 42 gramos?
Quizá a muchas personas les parezca extraño, pero en 1907 un médico estadounidense, Duncan MacDougall, intentó pesar el alma tras la muerte de un hombre. Y, según dicha historia tan curiosa, los resultados demostraron que el alma pesa 21 gramos. Tratándose de dos, como es nuestro caso, suma 42 gramos. Nos pareció una historia bella y decidimos hacerla nuestra.
¿Cómo y cuándo comienza vuestra aventura musical?
Nos conocemos desde hace 6 años. Todo empezó en Las Fuentes, en concreto en el Bar Andros. Fue a partir de un concurso de cuatro fines de semana cuando empezamos a desarrollar la amistad. Juanin llevaba toda la vida tocando, pero cuando nos conocimos, se puso a ello con gran energía. Empezamos a tocar en infinidad de sitios. Gracias a Mujeres con voz, el poemario comandado por Fran Picón, nos unimos todavía más y empezamos a pensar en nuestra primera canción: Secuéstrame. 2 años llevamos ya con 42 gramos.
¿Qué aportáis cada uno al grupo?
Juanín es gitano y flamenco. Lady Ambar paya, rockera y bluesera. Sin duda hacemos una fusión diferente. Creemos que no existe ninguna mezcla de cantautores de este tipo en Aragón. Cantamos, componemos y tocamos ambos. Y hacemos este estilo tan variado apoyados en la propia diversidad que representamos.
¿La mezcla suma? ¿Seguís explorando estilos?
En verdad nuestro estilo va surgiendo de lo que vamos viendo y viviendo cada día. Si un día se nos ocurre una idea, la apuntamos, grabamos alguna nota de voz y a partir de allí empezamos a componer. Cada tema tiene un estilo distinto pero, según va evolucionando la canción, vamos fusionando con lo que nos sale. Tenemos flamenco, con la voz rasgada de Juanín, y luego aportamos rap, balada, bossa nova, pop, rock o blues, entre otros géneros. Pero no lo perseguimos, nos va saliendo. Es un proceso.
Componéis canciones de gran profundidad, ¿las vivencias hacen al artista?
Así es. Nosotros somos pareja y le cantamos mucho al amor. También al desamor. Somos diferentes como hemos dicho, Juanín más sensible, Lady Ambar más guerrera, pero lo juntamos todo en un conjunto muy romántico. Sin nuestra vida, nuestros sentimientos, el alma, no sería posible construir los relatos que cantamos. Aunque casi todas las canciones son autobiográficas, hay que reconocer que también portan pinceladas de ficción. Las letras que escribimos enganchan desde la primera frase, pues bastantes personas hemos tenido experiencias similares y por eso observamos una gran identificación en el publico. Gustan porque llegan. Quieres volver a escucharlas. Eso es 42 gramos.
¿Referentes?
Uno de los que más es Gilbert O Sullivan. A los dos nos gustaba pero es verdad que en un principio no lo sabíamos. Juanín silbaba sus músicas pero no lo tenía tan localizado. Cuando nos dimos cuenta nos encantó coincidir. Otros artistas que nos gustan son por ejemplo los Bee Gees, Niña Pastori o Alejandro Sanz. Hay muchos más. Diferentes entre sí, está claro, pero de cada uno hemos extraído influencias. Y no olvidar Janis Joplin. La referente de Lady Ambar. Comparte su vida, forma de ser y valentía. También Rolling Stones, Pink Floyd o Supertramp.
Sois además artistas callejeros…
Hace 2 años lo fuimos, disfrutamos un montón y conseguimos hacernos con un público variopinto. Desde los 18 hasta los 80 años. Parecerá raro lograr esa comunión generacional, pero lo conseguimos. Nos permitía vivir y además lo pasábamos genial. Llegó un momento en que 42 gramos como grupo comenzaba a hacerse oír, a lograr su hueco, gracias a la participación en medios de comunicación como Heraldo o Aragón TV, y por eso lo aparcamos un poco. Quién nos iba a decir que poco después iba a venir la pandemia y nos iba a pillar sin poder estar en las calles. Ni aquí ni en pueblos ni en las salas. Este año hemos obtenido la licencia y volveremos a cantar por la ciudad recorriéndonos sus calles siempre pegados al público. Tocar es el mejor bálsamo. Una medicina. Nos olvidamos de todo y somos muy felices.
¿Qué os cuentan vuestros seguidores? ¿Notáis su calor?
Zaragoza tiene sus círculos consolidados, pero nosotros, aunque llevamos poco en esto, hemos conseguido generar un público creciente. Aún no somos muchos, pero lo mejor es que es un seguidor elevado, exigente y que valora nuestro estilo de música. No se conforma con lo de siempre. Son especiales. ¿El premio? No hay concierto en el que no nos venga una chica o un chico con lágrimas en los ojos emocionados porque les hemos removido por dentro.
¿Anécdotas?
Tenemos una canción, Princesa, que es muy llamativa. Con esta melodía, cuando la estuvimos tocando en un lugar hace un tiempo, se acercó un hombre y nos dijo que iba a llamar a una pareja de enamorados. Nos comentó si se la podíamos dedicar y les dijimos que por supuesto ¿Qué ocurrió después? Se acercaron y ya cuando terminaba él se declaró y ella le dijo que sí. Se fundieron en un abrazo precioso, comenzaron a llorar de emoción y nos dieron las gracias por haberse conocido gracias a esta canción. Son este tipo de momentos los que te hacen sentir de verdad este oficio. Cantamos también por esto. Ojalá se convierta en nuestro modo de vida.
¿Os ha marcado ser vecinos de barrio?
Estamos encantados de ser de barrio. Nos honra. Tenemos los pies en el suelo. Siempre se empieza desde abajo, no desde arriba. Y nosotros hemos disfrutado mucho de ir tocando para nuestra gente. La historia de 42 gramos sería diferente sin esa familiaridad.
¿Cómo es el ecosistema musical en Zaragoza más allá de las grandes salas?
Zaragoza es una ciudad grande, pero sigue teniendo unos ambientes específicos más limitados a grandes salas que en nuestro caso ya hemos explorado. Existen circuitos llenos de gente muy válida pero que se repiten a lo largo del tiempo y que quizá no permiten crecer del todo al ecosistema musical que hay debajo. Esta es una ciudad con una gran historia musical, sobre todo en el pasado, pero sigue costando crecer. Más si cabe si eres cantautor o tienes mayor sello. Eso lo deberíamos tener en cuenta porque talento hay, pero debemos aprovecharlo y ponerlo en valor.
¿Creéis que la música independiente tiene suficiente reconocimiento?
Las canciones, además de tener buenas letras, deben saberse transmitir. Es clave cómo cuentas lo que cuentas. Que llegue. Ahí se comprueba también la independencia. Somos personas temperamentales, con carácter y eso se nota en las canciones. Nos mostramos justo como somos. La esencia 42 gramos. Hay gente para todo y siempre encuentras públicos que valoren este tipo de música.
¿Es posible lograr el éxito sin perder esencia?
Nosotros lo llevamos bien porque no tenemos fama. Pero si nos pusieran en una balanza éxito, o como se entiende el éxito, y el camino que estábamos llevando, nos quedamos así. Vamos a nuestro ritmo, pero para venir desde abajo vamos bien. Somos artistas de directo, no nos gusta el playback. Quizá alguien alucine con esto, pero trabajamos sin guion. Improvisamos. No nos sentimos cómodos de otra forma. Nos echen o no un cable lo sacamos poco a poco. Ahora tenemos un posible representante, en el que confiamos mucho, y esperamos pronto dar noticias. Nos gustaría poder saltar al resto de España e incluso intentarlo en América Latina.
La pandemia ha impactado con intensidad en el sector musical, ¿cómo salir de esta?
Sin duda es una pena. Teníamos las alas desplegadas y se nos cortaron de raíz. Fue radical. Esto le ha afectado por desgracia a todos los músicos. No tenemos ayudas. Ha sido fuerte pero esperemos que vaya pasando poco a poco. Los malos momentos, no obstante, son muy positivos para el artista, pues la creatividad echa a andar. Una paradoja. Siempre ha sido así. Hemos podido estos meses sacar 12 temas maravillosos, tenemos tres más sobre la mesa y nos gustaría pronto reflejarlo en el segundo disco.
¿Dónde os véis en el futuro?
Como parece que la pandemia remite, vemos más luz. La canciones en la calle, los discos, nuestra participación en radio, tanto aquí como en Madrid, son ejemplos de lo que tenemos en la cabeza. Querríamos presentar el disco dentro de poco y empezar a elevarnos traspasando nuestra ciudad y empezando a soñar con otros retos. Qué mejor manera de demostrar la pulsión maña que intentar colocar el arte 42 gramos en otros lugares. De todas formas, nos sigue ilusionando mucho Zaragoza y ojalá tener más oportunidades aquí. Nos gusta ser profetas en nuestra tierra.
Ya para terminar, ¿cuál es vuestro rincón favorito de Zaragoza?
El Parque Grande es un gran espacio. Allí también hemos tocado. Luego nos gustan rincones fantásticos como la Plaza San Bruno, donde se celebra mercadillo los domingos. También es parte de nosotros el Parque Tío Jorge, que a Lady Ambar le ha marcado especialmente en su infancia porque se crió en ese barrio.