Zaragoza es mucho más que la plaza del Pilar, la calle Alfonso I y el paseo de la Independencia. La ciudad está dividida en 16 distritos municipales, y queremos conocer todos sus rincones, historias y gentes. Por ello, hemos creado esta sección en la que queremos dar voz a los barrios. Pues tienen mucho que contar. No hace falta alejarse mucho del centro para encontrar nuestra primera parada: Balsas de Ebro viejo.
Érase una vez Balsas de Ebro viejo

En la actualidad, este lugar presenta la misma estética que en su origen, pero el paso del tiempo es evidente. Balsas de Ebro viejo, uno de los 21 grupos sindicales que hay en la capital aragonesa, ha visto cómo su tejido poblacional ha cambiado. El envejecimiento social unido al deterioro de los edificios por falta de mantenimiento han creado una situación de obsolescencia funcional. La ausencia de ascensores y un correcto aislamiento de las casas dificultan la vida de los residentes.

La voz del cambio
La situación de senescencia ha movilizado a los vecinos que reclaman una reforma de la comunidad para poder seguir viviendo aquí. Ana Alcázar, presidenta de la Cooperativa de Propietarios de Balsas de Ebro viejo, apunta que, además del estado de las viviendas, uno de los temas que requiere más urgencia es el de las zonas comunes: son espacios privados cuyo uso es público y son los moradores los que se tienen que hacer cargo de ellos. «Antes, los vecinos que empezaron a vivir aquí se ocupaban de bajar y limpiar la zona; pero ahora, ya son mayores y no pueden. Los que somos jóvenes no tenemos tiempo para dedicarlo a eso», señala Alcázar.
Uno de los principales problemas de estas plazas y jardines, según indica esta vecina, es que se plantaron árboles muy grandes: «Hay chopos con muchas raíces que buscan el agua y levantan todo el suelo estropeando las tuberías». Esto provoca que las cañerías necesiten un mantenimiento constante. «Somos nosotros los que nos ocupamos de limpiarlas porque, aunque son desagües generales de los edificios, hasta que no llegan a la calle principal son considerados privados». Asimismo, otra de las preocupaciones son los riesgos que puede ocasionar que el suelo esté levantado. «Es un peligro sobre todo para mayores y niños pero cualquiera nos podemos caer porque los socavones son cuantiosos», destaca Ana, quien confiesa que ella misma ha tropezado y no se considera una persona mayor.
La solución para Balsas de Ebro viejo
Los vecinos de Balsas de Ebro viejo han intentado solventar esta problemática. «Tenemos que ponernos de acuerdo las 1.530 viviendas de las 12 comunidades que conformamos Balsas de Ebro viejo, pero es muy difícil movilizar a todos y llegar a un entendimiento», revela la presidenta de la Cooperativa de Propietarios. «Se ha intentado siempre hablar con el Ayuntamiento para intentar que se hiciera cargo de las zonas comunes, lo que pasa es que el problema de estas casas es que las zonas de uso público están metidas en las escrituras de cada piso», se lastima Ana, que recuerda que desde hace varios años esta urbanización lleva en conversaciones con el consistorio para llegar a un acuerdo sobre la titularidad y la cesión de estas plazas y jardines sin obtener una respuesta satisfactoria para ambas partes.
«Alguna vez nos han dedicado partidas de limpieza pero no son suficientes. Una vez al año no haces nada; esto tiene que ser constante», recalca, al mismo tiempo, que descubre que se sienten «ciudadanos de segunda» porque el no estar en la zona más visible de Zaragoza agrava el problema: «Pagamos nuestros impuestos igual que el resto de habitantes de la ciudad pero no nos sentimos igual y sabemos que otros grupos sindicales con situaciones similares a la nuestra han llegado a buen puerto con el Ayuntamiento». En 2009, las asociaciones de vecinos en colaboración de la corporación municipal de ese momento redactaron un proyecto a través de la participación ciudadana y un estudio sociológico de la zona. Con la llegada de la crisis frenó la ejecución del mismo.
Un plan de rehabilitación que genera incertidumbre
Ahora, el Gobierno PP-Cs, a través de Zaragoza Vivienda, ha presentado unilateralmente un plan para regenerar esa zona, que ha generado muchas dudas e incertidumbre entre los vecinos. Lo primero porque supedita este proyecto a conseguir fondos europeos, el Ayuntamiento de Zaragoza no se ha comprometido a destinar ni una sola partida municipal a la transformación de este conjunto sindical, pero también por que achaca los costes íntegros de la recuperación y mantenimiento de las viviendas y los espacios comunes a los propios vecinos.
El gasto que supondría por vivienda sería «inviable», como indica Alcázar. Los habitantes de los distintos bloques son gente obrera, mayor y, mucho de ellos, sin recursos. La renta media de esta zona es de 7.000 euros anuales. Se ha estimado que el coste por unidad familiar podría alcanzar los 40.000 euros, una cantidad económica que supondría más de la mitad del precio de la vivienda en el mercado. Una cifra elevada en la que no se han tenido en cuenta factores que harían variar este número en función de cada casa, pues algunas ya han realizado reformas o no presentan el mismo deterioro, por ejemplo. En definitiva, los vecinos no ven claros algunos puntos de la propuesta que no se ajustan a su poder adquisitivo y la celeridad que requiere el entorno.