Nochebuena está a la vuelta de la esquina. Con ella vienen las comilonas, las reuniones familiares, los regalos y, por supuesto, el gordinflón. ¿Quién? Papá Noel, Santa Claus, Viejito Pascuero o San Nicolás son algunos nombres por los que es conocido. Cada año -la noche del 24 al 25 de diciembre- este personaje legendario trae obsequios a todos los niños y niñas. Muchos ubican la casa de este portador de alegría e ilusión en Laponia (Finlandia), pero, ¿te imaginas cómo sería si fuera originario de Zaragoza? Continúa leyendo y descubre las características de este icono de la Navidad, en este caso, con acento maño.
Papá Noel ‘made in Zaragoza’
La guarida de Papá Noel está situada en el lugar más frío y recóndito de la capital aragonesa: la Estación Delicias. Allí, oculto a la vista del común de los mortales, construye durante todo el año multitud de juguetes especialmente para los más pequeños. Debe señalarse que no está solo en esta tarea. Por todos es sabido que unos seres le ayudan a hacer estas maravillosas creaciones. Sus compañeros se diferencian por su pequeña estatura, su capacidad para viajar rápidamente de un sitio a otro y por su malhumorado carácter. ¿Sabes ya de quién hablamos? ¿Duendes? No. Son las palomas de la Plaza del Pilar.
Un trineo tirado por siluros
En el pasado, Papá Noel utilizaba otro medio de transporte: el patinete. Lo abandonó porque asustaba demasiado a los vecinos de esta urbe que aún no están acostumbrados a tal invento del demonio. Más tarde, eligió un trineo volador tirado por leones para desplazarse. Al bajar el Real Zaragoza a Segunda División decidió que los fieros felinos debían estar en La Romareda para acompañar y animar al equipo blanquiazul en todos sus partidos. Desde entonces, los siluros son los animales que conducen la carreta repleta de regalos y esperanzas de este personaje. Los bichos no vuelan, pero con el cierzo que hace en Zaragoza no necesitan alas.
Una de las señales de su llegada es el sonido de su trineo. En esta ocasión, no se oyen cascabeles. Siempre embajador de los recuerdos y la nostalgia, eligió una melodía cargada de jubilo y sentimientos que transporta a todos a años atrás. Como no podía ser de otra forma, estamos hablando del disco ‘Estrella de mar’ de Amaral. Además, otra de las curiosidades es que, colgando del retrovisor, lleva las cintas del pilar de todos los colores y el escudo de la formación de fútbol local, su Real Zaragoza querido.
«¡Co, co, co! ¡Feliz Navidad!»
La ciudad de los leones posee una personalidad especial que impregna y transmite a todos aquellos que la habitan su propia identidad. De este modo, nuestro Papá Noel tiene una forma de ser bastante baturra. Cuando entra por la chimenea de los hogares le gusta deleitarse con un buen tentempié y un refrigerio. Abstenerse de galletas y vasos de leche, este Santa Claus mañico prefiere un buen plato de ternasco acompañado de una cerveza Ambar. Las dietas no están hechas para él. Pero Zaragoza no solo se refleja en su forma de ser, también en su estética. Como buen zaragozano, su traje esta hecho de cachirulos.
Los niños malos de Papá Noel
Se suele decir que los niños malos reciben carbón, pero eso es mentira. Aquí los pequeños que no se portan bien tiene un presente especial: una bolsa de olor de la Papelera. Eso sí que es un castigo legendario. Pero nuestro Papá Noel también penaliza a los más mayores, así que cuidadito. Si no actúas de buena fe, te maldice durante 7 meses a perder el tranvía en la cara. ¿Hay algo que fastidie más que eso? Sí, que se te cierran las puertas en los morros.
Esta Nochebuena estad atentos. ¿Quién sabe? Igual veis por el cielo a el Papá Noel Baturro. Nosotros ya hemos dejado el ternasco y unos guirlachitos preparados para que cumpla nuestro deseo de que Zaragoza siga igual de bella y acogedora para la eternidad. Y vosotros, ¿qué le habéis pedido?