¿Conoces la historia de El Tubo e Zaragoza? Es una de las zonas más encantadoras y animadas de la ciudad. Este laberinto de calles estrechas, que abarca desde la Plaza de España hasta las calles Mártires, Cuatro de Agosto, Pino, Cinegio, Libertad, Blasón Aragonés y Estébanes, es un verdadero paraíso para los amantes de la gastronomía y el tapeo.
Historia de El Tubo
La historia de El Tubo es tan vibrante como sus calles. Aunque en sus inicios sufrió bastante, especialmente durante la Guerra de la Independencia y los Sitios de Zaragoza en 1808 y 1809, su resurgimiento es digno de celebrar. La ciudad tardó décadas en recuperarse, pero con el tiempo, el Tubo se llenó de vida nuevamente.
En el siglo XIX, Zaragoza comenzó a crecer y modernizarse. Durante este periodo, el arquitecto municipal José de Yarza Miñana propuso la prolongación del Paseo de la Independencia hasta la Plaza del Pilar, lo que afectó los planes para el Tubo. Sin embargo, esos proyectos de demolición nunca se concretaron, y el Tubo siguió siendo una joya escondida en el corazón de Zaragoza.
El Tubo, durante muchos años, languideció y sus edificios se deterioraron. Sin embargo, la magia de sus calles no se apagó. Los propietarios de los bares y restaurantes de la zona, con una gran dosis de entusiasmo, propusieron la reconstrucción del Arco Cinegio y la pavimentación de la zona. Estos esfuerzos comenzaron a devolverle al Tubo su identidad y encanto perdidos.
La verdadera transformación llegó gracias a la iniciativa privada, que revitalizó la entrada al Tubo con la construcción de Puerta Cinegia. Hoy, el Tubo es un hervidero de actividad. Sus calles estrechas están llenas de bares, restaurantes y pequeñas tiendas que atraen a multitudes de locales y turistas.
Y algo más que la historia de El Tubo
Pasear por el Tubo es una experiencia sensorial única. El aroma de las tapas recién hechas, las risas y conversaciones animadas, y el bullicio de las calles hacen que este lugar sea irresistible. Aquí, puedes degustar desde los clásicos de la cocina aragonesa hasta innovadoras propuestas gastronómicas. Las calles como Cuatro de Agosto, Libertad, Cinegio y Mártires ofrecen una variedad infinita de sabores y ambientes.
El Tubo es más que un lugar para comer y beber; es un pedazo viviente de la historia y la cultura de Zaragoza. Su renacimiento como una de las zonas de tapeo más famosas de la ciudad es un testimonio de la resiliencia y el espíritu festivo de sus habitantes.
Así que, si visitas Zaragoza, no puedes dejar de perderte en el Tubo. Con sus calles llenas de vida, sus deliciosas tapas y su atmósfera acogedora, este rincón encantador de la ciudad te hará sentir como en casa, brindándote recuerdos inolvidables y una experiencia que querrás repetir una y otra vez.