El cáncer de mama supone, actualmente, la enfermedad oncológica más frecuente en las mujeres. En España en 2018 hubo 32.825 nuevos casos y la gran mayoría de ellos se diagnosticaron en estadios precoces y con buen pronóstico. El doctor Fernando Colmenarejo, ginecólogo especialista en oncología mamaria y director de la Unidad de la Mujer de Quirónsalud Zaragoza, nos habla en esta entrega de «Entre Nosotras», de los momentos más difíciles y los miedos a los que se enfrentan las pacientes de esta enfermedad. Y es que saber qué tipo de tumor es, conocer a la paciente y crear un tratamiento a su medida es un proceso que requiere un tiempo imprescindible y pruebas diagnósticas para ofrecer la mejor cura para cada mujer.
La incidencia del cáncer de mama
Las unidades de cáncer de mama suponen la mejor garantía para las pacientes en la calidad de su tratamiento oncológico mamario. Un equipo multidisciplinar confeccionado a medida de la enfermedad y de las necesidades que conlleve su tratamiento. Las unidades de cáncer de mama aúnan a distintos profesionales implicados de una forma especial con este tipo de cáncer, que llevarán a cabo de una forma coordinada el diagnóstico, estadificación y tratamiento de la paciente, así como la minimización de las secuelas tanto físicas como psíquicas que conlleve el tratamiento.
«El momento en el que se comunica el diagnóstico y la espera del tratamiento son dos de las situaciones más difíciles para las pacientes. La ansiedad y el miedo a la enfermedad aumentan notablemente y nuestro trabajo es tratar de disminuir esos sentimientos, informar y transmitir que esa espera es absolutamente necesaria», asegura el doctor Fernando Colmenarejo. Y es que el cáncer de mama es la segunda causa de mortalidad en las mujeres, por detrás de las enfermedades cardiovasculares y seguida de los tumores colorrectales, tumores en el pulmón, en el útero y en los ovarios
¿Cómo es el diagnóstico?
El 15% de los cánceres de mama son diagnosticados en mujeres menores de 40 años. Aunque existe un porcentaje de entre el 5 y el 10% de tumores de origen genético, la mayoría de los ellos, el 90%, aparecen de forma esporádica, sin necesidad de tener antecedentes familiares. Esto significa que todas las mujeres con candidatas a desarrollar este tipo de cáncer, por lo que el diagnóstico precoz es la principal herramienta para mejorar el pronóstico.
¿Y el tratamiento?
A pesar de tratarse de la neoplasia maligna más frecuente, los extraordinarios avances a nivel de diagnóstico y tratamiento consiguen tasas muy elevadas de curación con menor número de secuelas a corto y largo plazo. Esto permite a las pacientes retomar su vida en poco tiempo y en mejores condiciones. El gran desarrollo de las técnicas de diagnóstico por imagen, con la introducción de la mamografía digital y la tomosíntesis (mamografía multiplanar), así como los modernos sistemas de biopsia, hacen posible la puesta en marcha de estrategias de detección temprana. Estos sistemas, junto a los nuevos esquemas de tratamiento, consiguen tasas de supervivencia superiores al 90% en estadios precoces. El cáncer de mama es, por tanto, una enfermedad con relativo buen pronóstico si se detecta a tiempo.
Por ello, resulta especialmente importante atender a las campañas de prevención y a los programas poblacionales de detección precoz impulsados por centros médicos especializados o por cada comunidad autónoma.
Una de las mayores preocupaciones del cáncer de mama: la preservación de la fertilidad
Para este grupo la preservación de la fertilidad, que puede verse deteriorada por los fármacos empleados, forma parte del esquema básico de tratamiento. Dentro del objetivo de asegurar una normalidad y un grado alto de satisfacción tras la enfermedad, la posibilidad de cumplir el deseo reproductivo resulta muy conveniente.
Actualmente, el concepto de tratamiento integral del cáncer de mama incluye tanto el control de la enfermedad como la intención de que la mujer recupere la actividad habitual con la mayor precocidad, atendiendo al respeto de su autoestima y calidad de vida. Es prioritario mantener la autoimagen de la paciente empleando cirugías oncoplásticas que conservan la mama y reducen las deformidades y asimetrías, o bien las técnicas de reconstrucción en caso de necesitar una cirugía mutilante. Asimismo, los protocolos de manejo conservador de la axila reducen el riesgo de linfedema y la impotencia funcional del brazo. Los grandes avances en radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia permiten alcanzar porcentajes de supervivencia elevados con menor toxicidad y mayor comodidad para la paciente.