El Puente de Santiago en Zaragoza, España, es una destacada obra de ingeniería inaugurada el 13 de marzo de 1967 bajo la alcaldía de Luis Gómez Laguna. Su construcción fue fundamental para mejorar la conectividad en el Casco Antiguo, cubriendo los cruces del río Ebro desde el oeste y complementando los puentes existentes en el centro (Puente de Piedra) y en el este (Puente de Hierro). Antes de su construcción, esta zona era cruzada por barcas y pasarelas, por lo que el nuevo puente supuso un avance significativo en la infraestructura urbana.
El Puente de Santiago
El proyecto del Puente de Santiago fue diseñado por Tomás Mur Vilaseca, un reconocido ingeniero de caminos, canales y puertos e ingeniero aeronáutico. La construcción estuvo a cargo de la empresa Dragados y Construcciones S.A., bajo la dirección del propio Mur Vilaseca y Manuel Bañón Sacristán, ayudante de obras públicas.
La estructura del puente se compone de dos partes principales: dos arcos de hormigón armado con una luz de 65 metros sobre el cauce del río Ebro y dos tramos rectos de desagüe adicional de 18 metros cada uno. Con una anchura total de 32 metros, el puente se divide longitudinalmente en dos secciones independientes para facilitar el flujo vehicular y peatonal.
El diseño incluyó vigas de hormigón pretensado de diferentes dimensiones, apoyadas sobre neopreno para absorber las cargas estructurales. La cimentación se realizó mediante cajones hincados por aire comprimido, alcanzando profundidades de hasta 12 metros en el apoyo central y 10 metros en los estribos.
Además de su función como infraestructura vial esencial, el Puente de Santiago ha sido objeto de una remodelación como parte de las obras asociadas a la Exposición Internacional Zaragoza 2008. Esta intervención resaltó su importancia histórica y arquitectónica, consolidándolo como un símbolo emblemático de la ciudad y un elemento vital en su desarrollo urbano.