Zaragoza siempre se ha caracterizado por poseer una gran tradición religiosa. Si la virgen del Pilar, patrona de la ciudad y de la Hispanidad, es un símbolo internacional de la cristiandad, lo cierto es que la capital aragonesa goza de buenos ejemplos de veneración a los santos. Los zaragozanos, creyentes o no, se encuentran protegidos por el Ángel Custodio y San Valero, simbolizados por esculturas en la fachada del ayuntamiento maño.
A este último venerable, patrón reconocido de la heroica Zaragoza, dedicamos las siguientes líneas acercándonos a la iglesia que lleva su nombre, sita en el barrio de las Delicias. Un amplio y sugestivo edificio, orgullo de vecinos y visitantes, inundado de arte singular y morada de comunidades religiosas diversas y multiculturales.
Arquitectura neogótica con tintes aragoneses
San Valero no es cualquier parroquia. Además de homenajear y representar al patrón de Zaragoza, también ejerce de icono arquitectónico en Delicias. Su origen se data en 1925, cuando otra iglesia, la capilla de Delicias, ocupaba la centralidad de la zona desde la calle D. Alonso de Aragón.
La necesidad de espacio dio pie a la creación de un edificio amplio y más moderno. El nuevo templo, situado en la calle Graus, entre el Paseo de Calanda y la calle Unceta, fue proyectado en 1927 bajos las ordenes del arquitecto Regino Borobio. La construcción empezó un año después Más tarde, en 1945 la iglesia se inauguró y bendijo, convirtiéndose en punto neurálgico de la comunidad religiosa. El espacio está dedicado a Dios con gran énfasis, siendo protagonista en numerosas alegorías.
Su diseño, neogótico con acabado de ladrillo cara vista, destacaba por un estilo que hacía referencia a la arquitectura mudéjar aragonesa. De nave única de cuatro tramos cubiertos con una bóveda de crucería radial, cuyos nervios se unen en la clave, e incluye ábside poligonal de siete lados. También posee tres capillas a cada flanco con unos arcos de tipo escarzano. Por último, el tejado es de vertiente a dos aguas con un alero conformado por ladrillos que ejercen a su vez de cuidada decoración.
Hace apenas unos meses, San Valero estrenó renovación para continuar conquistando a los fieles y al resto de zaragozanos. Se han repintado las paredes, restaurado sus principales hitos artísticos y también incorporado nueva iluminación y tecnología audiovisual para facilitar el seguimiento de los ritos. Un templo ejemplar, marcado por la historia de un barrio obrero y con solera de Zaragoza, pero adaptado al siglo XXI.
Arte por los cuatro costados
La parroquia no sólo destaca por su diseño arquitectónico, sino que también por las obras artísticas que pueblan su interior. Las diferentes capillas incluyen esculturas y retablos de gran interés que aportan elevación y brillantez al conjunto. Es muy reseñable el altar mayor de los hermanos Albareda, situado en el centro del presbiterio, que cuenta con tres cuerpos, esculturas de San Valero y de la Virgen del Pilar, así como sagrario y sillerías, entre otros detalles.
Asimismo, es ilustrativa la capilla del Santo Cristo, donde obtiene relevancia un retablo gótico en el que aparecen representados San Juan Bautista y San Miguel Arcángel, pinturas de la pasión y un Jesucristo crucificado, que pertenece a la Santa y Real Hermandad del Refugio.
Otros altares importantes son el de la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, dedicado a san Simón y san Judas Tadeo, restaurado por los hermanos Albareda. El resto de capillas que atesoran una elevada riqueza son la del Bautismo, la de la Virgen de la Milagrosa, Sagrada Familia o Virgen del Carmen.
Fe y amparo sin fronteras
Unas de las particularidades del templo es la diversidad de sus feligreses. Personas llegadas de América del Sur, África y algunas partes de Europa enriquecen la actividad de San Valero aportando su sello distintivo. La fusión de civilizaciones diversas ejemplifica bien el ambiente intercultural que bulle en Delicias desde hace décadas.
Pero si hay una cultura que destaca sobre todas es la china, establecida como comunidad en el año 2009 y cuyos feligreses provienen en su mayoría de la provincia de Fujian al sur del país. Desde que D. Julián Díez González, párroco por aquel entonces, acompañado de D. Esteban Aranaz, sacerdote de la diócesis de Tarazona y misionero en Taiwán y China. rubricaron su bautismo, se celebra una misa semanal así como diversas actividades.
A su vez, otros grupos pastorales que tienen su sede en la parroquia son el coro de misa de las familias, la pastoral de la salud o el grupo de lectores y Biblia, entre otros. No hay que olvidar la notoria labor social del templo, despuntando el papel llevado a cabo, tanto por Cáritas, como por asociación de Alcohólicos Anónimos.