El Mercado Central de Zaragoza es uno de los edificios más emblemáticos de nuestra ciudad. En 1978 fue declarado Monumento Histórico Artístico de carácter nacional y recientemente ha sido reformado para devolverle su esplendor original y otorgar protagonismo a su bella y icónica estructura. Sin duda, un símbolo localizado en un lugar clave de la historia de Zaragoza. ¿Conoces todos los misterios que rodean a esta construcción? Te los resumimos a continuación.
Su ubicación, un escenario histórico
En el siglo XIX se decidió levantar un edificio para utilizarlo como mercado municipal. Se concibió amplio y bien acondicionado para sustituir al mercado al aire libre que desde la Edad Media se colocaba en esta misma plaza en las inmediaciones de las murallas. Este espacio no sólo era importante por sus usos comerciales, también era considerado uno de los núcleos de reunión social del momento.
Aquí transcurren diversos acontecimientos importantes para la historia zaragozana. Así pues, se celebraban justas, torneos, juegos de cañas y demás actividades caballerescas. En este recinto se levantaron catafalcos y capillas ardientes. Igualmente, fue el lugar elegido para la representación de autos fe y ejecuciones de justicia. Bernaldo de Cabrera, el Jurado micer Martín de Pertusa o Juan de Lanuza, Justicia del Reino, son algunos de los nombres que lamentablemente protagonizaron estos actos. Además, este terreno fue testigo de revueltas populares como la del Motín del trigo (1504) o la de los broqueleros (1766) y, hasta 1764, fue el sitio donde se celebraban las corridas de toros.
Un nuevo mercado para una nueva ciudad
El 8 de enero de 1902 comienza la construcción de un nuevo mercado bajo la supervisión del arquitecto Félix Navarro Pérez. Se finaliza tan solo un año después. De esta manera, se da forma a un edificio rectangular y tipología basilical de 3.300 metros cuadrados con 130 metros de longitud y 26 de anchura. Su estructura de vigas de hierro se inspira en la Galería de Máquinas de la Exposición Universal de Paris de 1889. El Mercado Central de Zaragoza se componía por tres pasillos, uno central mucho más amplio y dos laterales en el que se disponen un total de 190 puestos.
Se decora con motivos vegetales, animales o mitológicos que reflejan el carácter robusto propio de la capital del cierzo. Por ejemplo, sobre las puertas principales se alza el característico león zaragozano rodeado de vides y espigas. Curiosamente, los capiteles de las arcadas laterales de los testeros son canastillos rebosando frutas y marcados con una letra que, al ser ocho en cada fachada, permiten componer el nombre de Zaragoza. Por todo ello, este edificio constituye en la actualidad uno de los más bellos ejemplares de la edificación modernista con su estructura ideada sobre la técnica del entramado metálico, al igual que la Torre de Eiffel.
Félix Navarro, el padre del edificio
Nace en Tarazona en 1840. Estudia en Madrid en la Escuela Superior de Arquitectura y continúa su formación en EE.UU. y Alemania. Este arquitecto no solo construyó el Mercado Central de Zaragoza, nuestra urbe está plagada de sus creaciones. Obras suyas son también el monumento al Justicia; la sucursal del Banco de España; los teatros Goya y Parisina; o la escuela de Artes y Oficios levantada con motivo de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. En cuanto al urbanismo, a Navarro se debe la configuración de algunos barrios zaragozanos y el estudio del alcantarillado general de la ciudad. En definitiva, fue uno de los hombres que imaginó la Zaragoza que hoy disfrutamos día a día.
El Mercado Central de Zaragoza, ¿un templo al Dios Mercurio?
Esta construcción posee unas características y una ornamentación especiales que lo transforman en un monumento parlante. Esconde multitud de detalles que atesoran historias y secretos, pero, en concreto, hay una peculiaridad que cuando reparas en ella llama especialmente la atención. Son constantes las referencias en la decoración a la divinidad griega Mercurio. Y es que es reiterada la exhibición del caduceo, instrumento y emblema del antigua dios.
El caduceo clásico representa magníficamente dos serpientes contrapuestas, pero armonizadas ante el centro con alas. Podría decirse que cada día se le rinde culto en el interior del Mercado Central de Zaragoza con el mero hecho del acto comercial, ya que se le conoce como patrón de las personas que desempeñan este oficio.