El Ebro es uno de los emblemas de Zaragoza. Un símbolo vivo de nuestra ciudad que alberga gran parte de la flora y fauna de la metrópoli; por el que, además, se puede pasear disfrutando de la naturaleza sin tener que abandonar el municipio. Pero, ¿goza este singular entorno de buena salud? ¿Qué imagen presenta la ribera del Ebro? ¿Cuál es su estado en lo que a limpieza se refiere? Desde Zaragoza Ciudad, hemos querido dar respuestas a estas cuestiones, por lo que hemos recorrido la ribera del río que guarda silencio al pasar por el Pilar para preguntar a los viandantes su opinión y observar cuál es su situación actual.
¿Hay suciedad en las orillas?
«Sí». Así de contundente responde Concha de 68 años, que recorre todos los días estos caminos junto al río, y añade que «es una pena que estos senderos tan bonitos no sean de 10 porque hay basura en el camino». Además, otras de sus preocupaciones son las imperfecciones en la pavimentación: «las raíces de los árboles levantan los adoquines y yo, que soy un poco torpe y ya soy mayor, me da un pelín de miedo tropezarme y caerme un tozolón». De la misma opinión es un grupo de runners que habitualmente realiza su entrenamiento siguiendo el curso del río: «el recorrido en general está bastante bien, pero hay algunos tramos que necesitarían unas pequeñas mejoras puesto que hay grietas y bultos en el suelo».
Mario que saca todos los días a Kira, su perra, a correr por esta zona considera que a primera vista, la ribera del Ebro no está muy sucia, pero cuando te empiezas a fijar, comienzas a ver porquería. «Más de una vez, mi perra, que es muy revoltosa y se mete en todos los recovecos, me ha venido con latas o plásticos en la boca», confiesa. Pero no solo la suciedad escama a los vecinos y vecinas de nuestra ciudad, Carlos y Marisa, un matrimonio que vive muy cerca del parque de Macanaz señala que los grafitis proyectan una imagen de «falta higiene». «Hay algunas pintadas que están muy bien porque parecen que están hechas por profesionales; pero otras son muy feas, están desgastadas o lanzan mensajes no muy apropiados», indican indignados.
La ribera del Ebro, legado del 2008
La actual imagen de la ribera del Ebro es fruto de las reformas que se llevaron a cabo el año que se celebró la Expo en la capital aragonesa. Estas obras permitieron dotar a la ciudad de medio centenar de kilómetros de paseos verdes a lo largo de los tramos urbanos de sus cauces. «Se llegó a la conclusión de que la forma de arreglarlo era una Expo», declaró el exalcalde Juan Alberto Belloch en la inauguración oficial de exhibición, el 10 de junio de 2008, cinco días antes de que el recinto de Ranillas abriera sus puertas al público. El socialista destacó que con el presupuesto ordinario municipal se hubieran necesitado 30 años.
Y es que se llegaron a invertir 350 millones de euros si se incluye la reconversión del meandro de Ranillas en un gigantesco parque dotado de servicios y el azud del Ebro. Este pulmón verde, de 125 hectáreas giró la ciudad hacia el río, que se ha consolidado como un un eje de centralidad urbana, especialmente para el ocio familiar en una ciudad que hasta ese momento vivió de espaldas al Ebro.
Iniciativas vecinales de limpieza