Zaragoza no para de crecer y evolucionar con entornos de nueva construcción o dando un nuevo uso a espacios de la ciudad que habían quedado obsoletos. Muchos son los proyectos que se han planteado para continuar la expansión de la metrópoli del cierzo, pero no todos se han llevado a cabo; ya sea porque no han sido aprobados por el consistorio o porque no han recibido el presupuesto suficiente para acaparar las necesidades de la intervención. Por ello, hemos salido a la calle para preguntar a los vecinos y vecinas de la urbe cuáles creen que son las actuaciones que servirían para revitalizar y modernizar algunas zonas de la ciudad.
Una nueva vida para Giesa
En nuestro paseo para conocer la opinión de los ciudadanos nos trasladamos hasta Las Fuentes donde Marisa, que vive en este barrio desde que era una niña, nos confiesa que una de sus penas es ver como la antigua fábrica de Giesa presenta un estado tan lamentable: «Todos los que nos hemos criado en esta zona hemos visto ese edificio en su máximo esplendor y, ahora, da pena pasear por los alrededores». De la misma opinión es Gustavo, que nos recuerda que tuvieron que derribar parte del conjunto de edificios que, según él, «están desaprovechados para la cantidad de cosas que se podrían hacer en este pedazo de terreno». Y es que hace unos años el Ayuntamiento de Zaragoza tuvo que demoler parcialmente estas instalaciones, aquellas que no estaban catalogadas por el vigente Plan General como de Interés Arquitectónico, tras el deterioro después de 14 años de abandono.
El consistorio estudia la posibilidad de construir un auditorio y vivienda social en este terreno. Se ha hablado también de la creación de oficinas para emprendedores, salas para realizar talleres e incluso adaptarlo a un uso deportivo. De esta manera, se devolvería la vida a una construcción emblemática de Zaragoza, tal y como se hizo con la Azucarera del Rabal, la Harinera de San José o con la estación del Norte. Una idea que cumpliría el deseo de Marisa y Gustavo, pero que el Ayuntamiento ya ha avisado que esto no sucederá a corto plazo porque requiere de una importante inversión económica a la que actualmente «no puede hacer frente», indica Urbanismo.
El «desierto» del Arrabal
Continuamos recogiendo los testimonios de los zaragozanos. Esta vez, cruzamos el río para conocer cuáles son los deseos de los habitantes del Arrabal. Pedro lo tiene claro: «hay que hacer algo con la explanada de la Estación del Norte porque es un desierto en medio del barrio al que le podríamos sacar mucho partido». En actualidad, este espacio funciona como aparcamiento provisional, para aliviar la falta de estacionamiento que hay en la zona debido a las obras que se están acometiendo. Con más de 12.000 metros cuadrados, los vecinos han reclamado históricamente que se cree una extensa zona verde, que incluya juegos infantiles y bancos para los más mayores. En otras palabras, que se transforme en un espacio de ocio al aire libre.
El equipo de Gobierno de PP-Cs le ha dado una salida habilitándolo como parking sin necesidad de inversión para su adecuación, pero lejos queda de ser definitiva ni la soñada por sus residentes del distrito. Pepa, cuya casa está frente a este terreno, indica que desde las organizaciones vecinales «se ha pedido en muchísimas ocasiones un equipamiento para este espacio en medio de nuestro barrio, pero el Ayuntamiento no lo tiene entre sus prioridades; parece que las personas que vivimos en la margen izquierda somos ciudadanos de segunda y no se tienen en cuenta nuestras necesidades».
La ansiada avenida Cataluña
Este año 2022 parece que será el definitivo para que la avenida Cataluña dejé atrás su ajada imagen gracias a una reforma integral. El ayuntamiento prevé invertir unos 4,5 millones y crear espacios ajardinados. Se ampliarán las aceras y se plantarán más de 80 árboles y se construirá un carril bici. Se prevé que los trabajos, valorados en 4,5 millones de euros, se prolongarán durante 14 meses. El tramo de 500 metros en el que se va a actuar presenta calzadas que, como recalcan algunos de los viandantes que por ahí moran, están «muy muy etropeadas». Y es que las aceras, en su mayoría de hormigón, presentan discontinuidades y dificultades para el tránsito peatonal.
Rosario y Juana, de 84 y 78 años respectivamente, declaran que se alegran mucho de que «por fin» se haga algo en esta calle, pero también desvelan cierta desconfianza: «Nos han prometido tantas veces que iban a reformarla que ya ni nos creemos que sea verdad; ver qué obra hacen y cómo la dejan». Mariano es de la misma opinión: «si han valorado las obras en 4,5 millones de euros y solo han destinado 500.000 euros, ya me dírás qué van a hacer; no queremos parches, queremos que arreglen la calle de una vez».