Las riberas del Ebro, en el interior de la ciudad de Zaragoza, están en un estado de degradación y abandono que comienza a ser preocupante. Aunque bien es cierto que con respecto a hace muchos años, se puede apreciar cierta mejoría en la calidad del agua, las zonas de las riberas siguen bastante mal cuidadas e incluso ponen en riesgo a los ciudadanos que quieren acercarse a observar de cerca las aguas que bañan la capital aragonesa.
Desde Zaragoza Ciudad queremos dar voz y poner el foco en esta problemática, de modo que hemos elaborado un reportaje para que se pueda ver de forma real cómo se encuentran actualmente nuestras riberas.
“Dejadez y decrepitud” en las orillas del Ebro
El crecimiento desmedido de la vegetación entre la escollera, sobre todo en la margen izquierda está totalmente descontrolado. “Estamos en un momento de dejadez y decrepitud de nuestras orillas”, afirma Pablo Polo, de Iberflumen. Llega hasta el punto que, debajo del andador Mario Gaviria, hace un tiempo había un camino. En la actualidad, este sendero ya es impracticable debido al crecimiento espontáneo del arbolado. Ni siquiera se pueden apreciar las torres del Pilar.
“Desde hace tiempo, estamos denunciando que este crecimiento de arboleda va a acabar con la propia escollera debido a la erosión que provocará la entrada de agua”, asevera el propio Polo. Ante esta situación, las consecuencias serían muy graves a nivel estructural.
Hace unas semanas, se presentó una moción para solicitar el mantenimiento de una instalación municipal, conocida como el Puerto Vadorrey. En su día, fue entregado a la ciudadanía con casi tres metros de profundidad. Sin embargo, en la actualidad, hay zonas en las que apenas hay 15 cm. Esto es un síntoma claro de abandono de estas instalaciones dado que el resto está “colmatado, sucio y no funcionan las bocas de riego ni el suministro eléctrico”, según Polo.
Piragüistas solidarios con el Ebro
Al lado del Puerto Vadorrey se encuentra el CD Monkayak Hiberus, institución que suele llevar a cabo prácticas deportivas en las aguas del río Ebro. En lo que se refiere a su actividad, el mal estado de las riberas no está impidiendo el correcto desempeño de la misma. De hecho, según afirma Selma Palacín, una de las fundadoras del club, “la situación para la práctica deportiva ha mejorado en gran medida desde el año de la Expo, sobre todo la calidad del agua”.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Y es que desde Monkayak también quieren hacer un llamamiento a la concienciación ciudadana. Una gran parte de los desechos que se ven día a día en el río es basura propia de comportamientos incívicos. “Mientras practicamos piragüismo vamos recogiendo mascarillas y otros desechos del propio río para aportar nuestro granito de arena a la limpieza del mismo”, afirma Palacín.
Dificultades para protocolos de emergencia
En la ciudad de Zaragoza, ahora mismo, existen 13 puentes de diferentes tipologías (peatonales, de transporte público, tráfico, etc.) que cruzan la ciudad. En cualquiera de ellos puede ocurrir un accidente que termine provocando la caída de algún ciudadano a las aguas del Ebro. Para llevar a cabo el pertinente rescate, hay que matizar que los bomberos únicamente cuentan con un acceso al río.
Se encuentra en el propio Puerto de Vadorrey, donde operan Palacín y Polo. Esa zona de las riberas del Ebro tiene la peculiaridad de que existe una gran proliferación de algas, lo cual puede retrasar de forma amplia un protocolo de emergencia. “Muchas veces, los piragüistas hemos tenido que ayudar a los bomberos a desplegar sus lanchas por encima de las algas”, matiza Palacín.
“En el auxilio de alguien que está en apuros, cada minuto es esencial, y no hay rampas de acceso para los bomberos por toda la ciudad”, añade Polo. Este mantenimiento debería estar mucho más pensado y organizado, ya que, por desgracia, los accidentes existen. Facilitar la tarea a los cuerpos de rescate debería ser una de las máximas llevadas a cabo por todas las instituciones.
Además, si el suceso tiene lugar más abajo del Puente de Manuel Giménez Abad, la problemática es aún mayor. “La esclusa de navegación no está operativa, y los bomberos no podrían pasar por esas aguas garantizando un rescate con seguridad”, argumenta Polo. Por tanto, la única solución pasaría porque las fuerzas de rescate se jueguen el tipo, una vez más.
Pero, ¿de quién es la responsabilidad del mantenimiento de las riberas?
Con respecto a la moción que llevó a cabo el PSOE de Zaragoza de cara a la limpieza y recuperación de las riberas, saltaron las alarmas acerca de quién tiene la responsabilidad. La portavoz socialista instó al Ayuntamiento a “dejar de pelotear sobre quién debe pagar esta situación”. Como ya se ha visto, la situación es límite y se necesita un plan de acción con efecto inmediato.
Desde la propia alcaldía, comparten la preocupación por el estado de las riberas. Sin embargo, afirman no tener del todo claro a quien corresponde llevar a cabo el plan de mantenimiento. La vicealcaldesa Sara Fernández afirmó entonces “que cuando se conozca que la responsabilidad pertenece al Ayuntamiento de la ciudad, se tomarán las medidas necesarias”.
Con respecto a quien tiene la responsabilidad, Pablo Polo asegura que es competencia del Ayuntamiento de Zaragoza. “Desde el año 2003, existe un reglamento firmado entre la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y el Ayuntamiento, donde se deja muy claro cuáles son las competencias del dominio público hidráulico”. En dicho reglamento, según el propio Polo, se dejó redactado que “la competencia, en el tramo urbano, de mantenimiento de riberas del Ebro es del Ayuntamiento de la ciudad”.
Con lo cual, según este criterio, será el Gobierno Municipal quien tenga que tomar cartas en el asunto. Desde Zaragoza Ciudad, ya hemos hablado en anteriores ocasiones sobre el estado de las riberas del Ebro. En esta ocasión, abogamos para que se dé con una solución a esta problemática de manera eficiente y con carácter urgente. Consideramos que somos unos privilegiados al contar con el río Ebro y los beneficios que ello conlleva. Por tanto, tenemos que cuidarlo como se merece y, sobre todo, como se merecen los ciudadanos de Zaragoza.