Zaragoza está repleta de vestigios de su pasado romano. El foro, las murallas, el teatro o las termas son algunos ejemplos de aquellos años, pero, sin lugar a duda, la mejor muestra es el propio nombre de nuestra ciudad. Zaragoza deriva de Caesar Augusta (CæsarAugusta > Saraqusta > Çaracozta > Çaragoça > Zaragoza), el nombre de la colonia fundada por César Augusto. Una estatua, que se levanta entre el Torreón de La Zuda y el Mercado Central, recuerda este curioso dato. Pero ¿sabes quién la mandó construir? Sigue leyendo y averígualo.
¿Quién era César Augusto?
César Augusto, cuyo verdadero nombre fue Cayo Octavio Turino, destacó desde joven en la vida pública y militar. Su tío abuelo era nada más y nada menos que el mismísimo Julio César, quien lo convirtió en el sucesor de todo su legado. Tras vivir mil y una aventuras y ganarse el cariño de su pueblo, llegó a la península ibérica para combatir contra cántabros y satures. En lo que hoy en día es Aragón, este emperador fundó varias ciudades que fueron bautizadas en su honor. Entre éstas se encuentra, evidentemente, Zaragoza.
El regalo de un dictador
Hay una persona en la historia reciente, en concreto, del siglo pasado, que se obsesionó un poquito bastante en emular la grandeza del Imperio romano. ¿Te suena? Seguro que sí. Incluso, llegó a presentarse como el heredero de César Augusto. ¿Sabes ya a quién nos referimos? Exacto. Al dictador italiano Benito Mussolini.
En el año 1940, este hombre -no sabemos si poseído por el espíritu de Papá Noel- se puso a regalar obras de arte a ciudades de países amigos que representaban las conquistas de las legiones romanas. En España, Mérida, Gijón y Zaragoza recibieron el mismo presente: una copia del famoso Augusto de Prima Porta que se conserva en los Museos Vaticanos de Roma. Cabe señalar que esta estatua no es la única huella que Mussolini dejó en la capital del cierzo.
La imagen de César Augusto
Colocada sobre un pedestal de piedra negra de Calatorao, se alza la figura de bronce del emperador César Augusto en posición de alentar a las tropas, con traje militar de gala, túnica, coraza y la capa recogida en el antebrazo izquierdo. Podría decirse que es una imagen idealizada de este personaje, pues su verdadero aspecto distaba mucho del que hoy podemos contemplar.
Algunos biógrafos lo definen como un hombre enfermizo con “dientes pequeños e irregulares, cabellos ligeramente ondulados y tirando a rubios. Su entrecejo cerrado, sus orejas pequeñas, su nariz algo prominente en la parte superior y un poco curva en la punta”. En definitiva, aquel hombre que vemos representado como un auténtico Adonis en realidad parecía un miembro de la familia Addams. Pero ¿quién no ha utilizado alguna vez Photoshop o los filtros de Instagram?
El viaje de la estatua
Esta obra no ha estado siempre en el mismo sitio. En otras palabras, ha hecho una gira con más paradas que los chavales de la última edición de Operación Triunfo. Originalmente, fue colocada en los jardines del centro de la plaza de Paraíso. Diez años después, en 1950, se trasladó cerca del Torreón de la Zuda con motivo de la remodelación de las murallas. Más tarde, la estatua de César Augusto se ubicó en el interior del Ayuntamiento de Zaragoza, para, años después, volver a su casilla de inicio, cerca del edificio Paraninfo. Su último movimiento fue en 1989, cuando se colocó en su posición actual, al lado del Mercado Central.