El otoño es esa estación del año en la que el verde habitual de los árboles se transforma en un llamativo naranja antes de que estos se queden desnudos para el invierno. Los bosques se llenan de una luz especial, generando un ambiente prácticamente mágico. Sin duda, el momento perfecto para disfrutar de la naturaleza; ir a buscar setas; hacerte una sesión de fotos posturetas para Instagram; o a hablar con los sauces al más puro estilo Pocahontas. Los bellos cañones de Ordesa, la selva de Oza o Añisclo nos caen un poco lejos, por eso os proponemos 5 lugares muy cerca de Zaragoza donde vivir y contemplar preciosos paisajes otoñales.
1. Moncayo

Fuente: Flickr
Uno de los puntos que son de visita obligada durante esta época del año es el Moncayo y sus cautivadores bosques. Un encanto que estamos seguros que te atrapará. Las laderas de este monte de leyenda están vestidas de robles, hayas, pinos, abedules, castaños y arces. Un traje fruto de la variedad de la flora que recoge, creando escenarios únicos e invitando a recorrer sus senderos llenos de sorpresas. A lo largo de los múltiples recorridos que existen en esta ubicación privilegiada los colores, matices y aromas se fusionan dando lugar a estampas y paisajes otoñales poéticas e inspiradoras dignas de postal y, por supuesto, de la foto perfecta para tu feed. La fauna también forma parte de su riqueza y encanto. Así, es normal escuchar el canto de los pájaros y ser testigo de las apresuradas carreras de pequeños mamíferos.

Fuente: Wikipedia
2. Cosuenda
Y del Moncayo nos vamos a la sierra de Algairén, en concreto, a Cosuenda. Una zona que poco tiene que envidiar a los paisajes otoñales de los Pirineos, pues en las faldas del pico de Valdemadera encontramos una serie de recorridos cautivadores. Impresionantes robledales se levantan como auténticos gigantes que pretenden alcanzar el cielo. De esta forma, los árboles crean cúpulas de ramas en las que la luz del sol se filtra y se cuela por las hojas perennes creando vidrieras naturales de preciosas tonalidades. La multitud de plantas y flores contribuye a crear un efecto acogedor único. Jaras, cantuesos, madreselvas o jaboneras cubren los caminos junto a una especie muy singular: el androceo, solo conocido aquí y en Ordesa. ¿Sabías de su existencia en Cosuenda?
3. Inogés
Muy cerca de esta última propuesta, se halla la emblemática y extraordinaria acebeda de Inogés. Está configurada por grandes y elegantes pinos y encinas que reinan en uno de los paisajes otoñales más bellos de la comunidad, en el que también habitan en armonía alcornoques, brezos, madroños, fresnos y otras plantas como el acebo. Los ejemplares de esta especie son en su mayoría hembras ya que lucen sus característicos frutos rojos, configurando un entorno en el que la paleta de colores naranjas propia de esta estación se ve reforzada por la pasión y fuerza del tono de este fruto. Conforme te adentras en el ambiente sombrío y fresco para alcanzar el pico del Rayo atraviesas un bosque de pino silvestre en el que el musgo se abre camino a través de los árboles, lo que llena de vida este precioso rincón de la sierra de Vicor.
4. Alpartir
Ya lo cantaba Nino Bravo: «Al partir un beso y una flor». Y es que esta pequeña localidad de Valdejalón encierra en su municipio paisajes otoñales merecedores de poemas, dedicatorias e, por supuesto, canciones. De las múltiples opciones que ofrece esta localidad para saborear de primera mano la esencia del otoño destacamos dos: la ruta por el valle del amor y la panorámica desde del Convento de San Cristóbal. Por una parte, el valle que ha dibujado el río Alpartir está repleto de todo tipo ejemplares botánicos y de construcciones comunes de los hortales. Por otro lado, las ruinas del antiguo templo se encuentran en un punto elevado desde el que se puede divisar varios kilómetros a la redonda y, por tanto, contemplar los campos del Jalón a vista de águila.
5. El Soto del Rincón Falso
A apenas diez kilómetros de la capital del cierzo, cerca de La Alfranca está el Soto del Rincón Falso. Un camino estrecho exuberante de naturaleza para transcurrir a pie mientras te adentras en la belleza de la vegetación. Dentro de los paisajes otoñales propuestos, este se diferencia por sus grandes álamos y chopos que han crecido libremente, sin la intervención el hombre, dando lugar a un sotobosque a veces impenetrable. La característica abrupta se ve acentuada por la zarzas y plantas trepadoras que cubren las árboles, algunos de ellos caídos.
Este fin de semana olvídate del plan sofá, manta y peli; prepara tus botas de monte y descubre los tesoros que alberga tu territorio.